La iglesia parroquial de Vilcún, cuya construcción entera de madera data de 1917, nueve años antes de la creación de Vilcún como Comuna, en esta fecha Vilcún sólo era un poblado de casas dispersas; esta Iglesia fue erguida por orden del entonces prefecto apostólico de la Araucanía, monseñor Bernardo Roilingen, que estimó como muy necesario establecer una misión allí, una misión a cargo de la orden de los capuchinos “para pastorear debidamente esta población”.
La construcción de esta Iglesia, considerada una joya y una reliquia arquitectónica de su época por los Vilcuninos, estuvo a cargo del sacerdote Jerónimo Deamberga. En Diciembre de ese mismo año, una vez erguido el templo, el mismo prefecto apostólico de la Araucanía, dispuso el traslado a este lugar al Sacerdote capuchino, Padre Miguel Mauth, con el encargo de levantar junto a la iglesia la Casa o Escuela Misional, entorno de cuyo conjunto se fueron reagrupando casas que dieron la forma de lo que es ahora la localidad de Vilcún.
Llama la atención del visitante la belleza de las pinturas sacras que adornan el interior de pequeño templo, obras que son atribuidas a uno de los primeros misioneros capuchinos que llegaron hasta aquí para cumplir su labor pastoral y evangelizadora, especialmente entre la numerosa y dispersa población Indígena Pero lo que mas destaca, dentro del conjunto, es nuestro Cristo Crucificado que corona su altar Mayor que fue puesto allí hace varios años atrás; donado por la Familia Riesco, descendientes de don Germán Riesco, antiguo Presidente de la República.